domingo, 24 de agosto de 2014

Sobre el AMOR, PLATÓN Y MI ABUELITA FELÍCITA

AMOR, PLATÓN Y MI ABUELITA FELÍCITA

Partamos de la siguiente proposición: 
Sobre el amor, hay un discurso, o tantos como personas lo digan … felizmente hay una práctica.

Recuerdo que mi Abuelita Felícita tuvo ocho hijos y a todos ellos les dio alimentación, educación y toda la atención que le puede dar una madre a sus hijos. Ella fue una mujer que nació y vivió en la serranía de Piura, en un tiempo y espacio donde  no había alumbrado público, ni servicio de agua, desagüe, etc. Estamos hablando de los años 1940 – 1950 aproximadamente. Había entonces que ir todos los días al río para proveerse de agua para todas las necesidades. La luz que alumbraba sus mañanas y noches eran las velas  y la comida que se colocaba sobre la mesa se hacía con leña en ollitas de barro. Cuando ella estuvo en la capital, Lima, y yo tenía cerca de quince años y me encontraba cursando el quinto de secundaria, le pregunté qué fuerza, motivación, razón, tenía para haber luchado tanto en su vida y sacar adelante a sus hijos, mis tíos queridos. De seguro buscaba yo una respuesta desde lo conceptual, un discurso y sin embargo su respuesta me puso en jaque: decía ella que cómo una madre no va a dejar de hacer todo lo posible por sus hijos. Y me completaba la frase con ejemplos de mamás del campo: la gallina que cuida a sus hijos, la vaca a sus becerreros, y así. Fueron tantas las historias de mi abuelita que escuché en su casa en aquel año, historias muchas que a veces descansaba y tomaba la guitarra para alegrarse y alegrarme a mí también.  Me di cuenta enseguida que ya no era importante buscar colocar un nombre a aquella motivación, lo importante era lo que uno hace, no el discurso, sino los hechos, hechos de aquellos que se pueden contar, como por ejemplo, buscar al pie del camino un sombra de árbol  al amparo de la cual se puede traer al mundo a un hijo. Por cierto, todos los hijos de mi abuela nacieron con ayuda de comadronas y alguno, al pie del camino.

Hoy, con muchos recuerdos de ella y con algunos años yo, caigo en la cuenta de que “un sentimiento sin obras, ... es un sentimiento muerto”. Póngale Ud. a este "sentimiento" la denominación que mejor le parezca, (pasión, cariño, afecto, querer, etc.)  lo cierto es que guarda una gran similitud con un texto sagrado que señala algo así como: “una fe sin obras, es una fe muerta”

Volviendo a la historia inicial, mi abuela Felícita no respondió en ese momento con una palabra, es más, nunca la escuché decir la palabra AMOR y sin embargo toda su vida fue el más puro ejemplo de sacrificio, entrega, desvelos, preocupaciones e innumerables amanecidas al cuidado de sus hijos cuando estos se enfermaban y lo único que había eran hierbas del campo. No se trata de palabras, se trataba de hechos, de aquellos que dejan huella y quedan en la memoria como la mía: siempre que la visitaba, sacaba hasta el último granito de arroz de su ollita y lo servía para mí.

Locura de los griegos. Invención de ellos.


El amor en tanto palabra, vocablo, la inventaron los griegos. Pensadores de la talla de Platón teorizaron sobre ella, y es conocida la historia de que filosofaron sobre ella al término de una comida, a la hora de reposo luego de que  los estómagos están  llenos.  Desde el mundo de su mente construyeron argumentos para caracterizar aquel bebe recién nacido (me refiero a la palabra amor) y curiosamente en el caso de él, nunca se ha leído que haya estado enamorado.



Lección de la abuela: "No palabras, Si Hechos"

Mi Abuelita Felícita no sabía de tal vocablo, nunca la escuché decir “TE AMO” ni a sus hijos ni mucho menos a mí. Sin embargo, fue tanta la entrega que hizo por todos nosotros en tantos años, que a inicios de este año inicié el proyecto de reunir a su descendencia en una fiesta en honor a su memoria. Y así se hizo el día 22 de marzo. Todos la recordamos por sus hechos y no la juzgamos porque nunca la oímos decir: “Te Amo”. Sabemos lo que HIZO por nosotros y dio tanto de sí que creo que se convirtió en la precursora de aquella maravillosa canción de Fito Páez "Dar es Dar" (1).

Hago ahora un esfuerzo por recordar en mi vida propia, en mi propia familia si escuché o escuchamos alguna vez decir a mi madre o a mi padre la palabra AMOR en algo así como “Te Amo, hijo mío”. Nunca. Y una vez más, hoy por hoy, nuestra madre es valorada por nosotros por todos tantos actos heroicos: nunca se dejó caer al quedar embarazada a las 16 años y tener tres hijos a la edad de 21 años. Desde luego mi padre no pudo escuchar la palabra AMOR al no conocer a su papá y tener siempre enferma a su madre mientras él lidiaba con el hambre de sus hermanos menores y con la falta de lluvia de enero  en los altos de Lanchipampa, en Lagunas, Piura. Sin embargo, ¿no les parece curioso que a la fecha, todos los fines de semana nos reunimos los hermanos, compañera, sobrino y padres para DISFRUTAR del buen afecto enriquecedor de esa construcción maravillosa que es la FAMILIA? 

¿Qué puede contrastar estas historias? ¿qué puede aminorar esta ausencia de la palabra amor? Los HECHOS, LOS ACTOS. Todos los hijos de la abuela Felícita son personas de bien al igual que los hijos de sus hijos, es decir un nieto como yo. Aquel día de la fiesta mi alegría era inmensa; ¿el motivo?: un sentimiento maravilloso, un sentimiento que no requiere "definición"  alguna y que solo sé que existe. 

El amor y los tiempos actuales
Hoy, por estos días, por estos tiempos, por este 2014 en especial, "vemos" la palabra AMOR por todos lados que  casi casi cantamos junto  con  John Paul Young Love is in the air (2)

Y es cierto, "el amor" o mejor dicho "la palabra amor", está en el aire: está en la letra de la música, en las películas de vampiros, en el internet, en las novelas breves, en los libros de autoayuda, en programas guerreros de televisión, en las revistas, en los facebooks, etc, etc., etc. El resultado, un paradigma (modelo), modelo que al parecer se lo  estimula por todos lados. Se lo estimula en las formas, pero no el fondo. He de reconocer sin embargo, que un canta-autor tomó la precaución debida y escribió: "...te amo, aunque no es tan fácil de decir, y defino lo que siento con esta palabra..."

¿Paradigma en la forma? De los muchos, uno como ejemplo.  Lo sospechamos cuando vemos parejas en que uno se siente insatisfecho cuando los actos o hechos de su compañero o "cariño" o “amor” (palabras estas de uso indistinto en una relación)  nunca alcanzan aquel nivel de situación o mundo mágico que se recrea en algún punto de la  mente. Así las cosas ¿cómo se puede "competir" contra aquél "estándar" imaginario que tiende a minimizar todo esfuerzo del amante que acaba agotado, desconcertado?  Desde luego que la situación es un poco más complicada cuando una de las partes (él o ella) nunca, ni escuchó decir  palabras de afecto ni sintió el afecto de sus padres. En este escenario, las canciones románticas no ayudan, los videos son sabor a felicidad eterna tampoco ayudan ni mucho menos fracesitas  que inundan el internet; todo será discurso, forma, cuando lo que se  requiere es "trabajo duro"..."una fe sin obras, es una fe muerta", y parafraseando diremos: "un amor sin obras,  es amor muerto".

Más que un nombre, un acto.
Finalmente, si intentamos y aceptamos de mutuo consenso en darle un nombre (etiquetar dirán los que gustan poner nombre a todo) a aquel maravillo sentimiento: "AFECTO", "CARIÑO" o simplemente AMOR,  la maravilla está en  HACER, LOGRAR cosas por el otro, cosas que trascienden los años y que nos inspiran sentimientos de GRATITUD cuando miramos con la tranquilidad que nos dan los años.


Gracias Abuelita Felícita, ahora leeré a Platón, un filósofo el griego, buscando contrastar su discurso versus tus obras.

Con sentimiento profundo
José Antonio.

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(1): Dar es dar - https://www.youtube.com/watch?v=LRTDvXSq2TU
(2): Love is in the air - https://www.youtube.com/watch?v=dDkwAenYxfY