"Todo tiene su tiempo, y TODO LO QUE SE QUIERE debajo del cielo TIENE SU HORA”.
Siendo niño curioso y con gusto por la lectura, tuve la oportunidad
un día de quedarme en la biblioteca de los hermanos jesuitas, quienes me
acompañaron durante toda mi educación primaria. Disfruté de personas muy
calmadas y ahora que lo recuerdo, sobrios y muy cultos. Los domingos después de
la misa, siempre encontraba un momento para seguir descubriendo nuevos libros.
Era realmente maravilloso. Fue así que en una de mis pesquisas encontré juntos:
El Corán, en cuya portada tenía
dibujada un mandala, el Bhagavad Gita
(¡cómo no olvidar esas imágenes ¡), el libro del Tao Teh Ching de Lao Tsé, edición que contenía las grafías chinas
en una página y en la siguiente la traducción al español. Finalmente, dos
libros cuyas imágenes me sentaron: El Libro
de los Muertos (de la época de los faraones egipcios) y un tomo grande de The Wisdom of China and India, de Lin
Yutang y que algunos años después, caminando por el Paseo Colón a una cuadra
del Museo de Arte de Lima, encontré la versión en castellano en dos tomos, Sabiduría China y Sabiduría Hindú, cuya primera edición data del año 1945 y que los
adquirí con gran emoción.
Cuando un día de primavera (como los que se aproximan en
estos meses), haciendo mis numerables preguntas a un hermano de la compañía
llegamos al tema de la vida y la muerte, resumió la tarde con un muy seguro
tono de voz: “todo tiene su tiempo…tiempo de nacer, y tiempo de morir…”. Para
él desde luego había quedado todo claro y felizmente para mí, también. La vida la
entendía, la entendía en el sentido de que tomaba consciencia de que estaba
vivo, pero la muerte no. De repente tuve la sensación de querer experimentar la
muerte, pero primero quería saber sobre ella. Recurrí entonces al Libro de los
Muertos. Me quedé con la impresión de que se trataba en el fondo, de un libro para
los que aún seguían vivos. Se me imaginó que la frase bíblica “todo tiene su
tiempo…” finalmente estaba bien.
Hoy, revisando literatura encuentro y podría decir que vuelvo
a sostener lo que de pequeño intuí, que la mencionada obra es también, un texto
para los que están en el tiempo de estar vivos.
Así, las preguntas a las que se enfrentaba el
fallecido en el Amaunet eran:
·
¿Aprovechó el difunto la vida para ser capaz de vivir de
nuevo después de la muerte?
·
¿Desarrolló el difunto un fuerte carácter como para continuar
con su personalidad?
·
¿De verdad está espiritualmente abierto el corazón de la
persona fallecida?
·
¿Cuántas semillas de eternidad plantó el fallecido en su vida
terrenal?
·
¿Realizó el fallecido suficientes esfuerzos para superar los
límites físicos?
·
¿Hizo el fallecido una realidad de las palabras de la verdad
en cada día de su vida, poniéndolas en práctica? (Seleem 2004:21)
Si la muerte es un hecho, como también los años que pasan y
que no somos como las pirámides de Egipto que no le temen al tiempo, entonces
si es vital SER, ESTAR, en estos
tiempos de existencia.
Es cierto, “Todo tiene su tiempo, y TODO LO QUE SE QUIERE
debajo del cielo TIENE SU HORA”.
Pregunto en consecuencia, ¿SABES LO QUE
QUIERES? Si es sí, entonces VE POR ELLO y disfruta de la felicidad, de TU FELICIDAD.
No lo olvides, VE TRAS ELLO y se le sumas la alineación de
tus Pensamientos y Emociones, entonces EL UNIVERSO responderá.
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(1)SELEEM, Ramsés (2004). El libro egipcio de los Muertos. Ilustrado.
Madrid: Editorial EDAF.
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