domingo, 28 de mayo de 2017

LA LIBERTADORA DEL LIBERTADOR

"Un Amor Implacable"

Se llamaba Manuela Sáenz Aizpuru (Quito, Ecuador,1795 – Paita, Perú, 1859) y sobre ella la denominación de “La Libertadora del Libertador”: mujer vivaz, generosa, valiente, activista política, soñadora, amante de Simón Bolívar.
Manuela Sáenz Aizpuru

A partir de la obra “Simón Bolívar, el Sueño Americano” (1), tomo conocimiento de Manuela Sáenz y que coincidentemente por estos días, el semanario “Hildebrant en sus trece” (2), nos presenta una investigación sobre la misma en la sección Textos Imprescindibles titulada Un Amor Implacable.

Manuela Sáenz nace en la ciudad de Quito, fruto de una relación de su padre de origen español, Simón Sáenz de Vergara y Joaquina María de Aizpuru, con quien tenía un segundo hogar, “la casa chica”. Manuela era hija ilegítima y dadas las circunstancias, pasó la mayor parte del tiempo con su madre.

El espíritu rebelde de Manuelita hizo que sus padres la internaran en un convento donde se rezaba mucho y se pecaba aún más” (Alfonso Rumanzo González). Tenía 17 años para ese entonces y decidió fugarse con un coronel del Ejército del Rey, Fausto Delhuyar. La encontraron y la volvieron al convento. A los 22 años se vio forzada a casarse con un amigo de su padre, el médico inglés James Thorne, a quien nunca llegó a amar, tanto así que le fue infiel con Fausto Delhuyar

Para el año 1819, Manuelita, ya con 24 años radicaba en Lima e hizo una gran amistad con Rosita Campuzano La Protectora”, señorita de origen ecuatoriano que fue la amante oficial de otro gran emprendedor, José de San Martín, “El Protector” del Perú. Tanto Manuelita como Rosita estaban enteradas de los muy convulsionados días en la región. Bolívar por el norte venía liberando ciudades del dominio español y a inicios de 1820, San Martín ya se encontraba con rumbo hacía el Perú. Ambas mujeres tomaron partido por la liberación del Perú y se dice que fueron constantes e inteligentes activistas tanto que fueron condecoradas por San Martín con la Orden del Sol. Los celos del esposo Thorne hizo que volvieran a Quito.

Ya en Quito, Bolívar hace su entrada a la ciudad y el 16 de junio de 1822 fueron presentados en un baile hecho en honor del Libertador. Se reconocieron de inmediato. Se sabe que pasaron juntos muchas noches antes de que el Bolívar continuara con su tarea. La correspondencia en cartas fue intensa. Así, ella le escribiría:

"Quiero verte y volverte a ver, tocarte, sentirte, gozar de ti y hacerte mío por medio de todas las  caricias"

Manuela era intensa, de fuerte personalidad y de un gusto por montar caballos a horcajadas. Desde luego para la época toda ella era un escándalo, un choque frontal para la sociedad conservadora en el pensar y el actuar. Y justamente para evitar una ruptura con su matrimonio, decidió volver con su esposo, el doctor Thorne; sin embargo, “perseveró en el pecado” y no se fue a Inglaterra con él, dando fin a la relación. Años más tarde, 1829, le escribió:

“¿cree usted que yo, después de ser la querida de Bolívar, y con la seguridad de poseer su corazón, preferiría ser la mujer de otro, ni del Padre, ni del Hijo ni del Espíritu Santo, o sea, de la Santísima Trinidad? Déjeme en paz, mi querido inglés. Hagamos otra cosa: en el cielo, nos volveremos a casar, pero no en la tierra…En la patria celestial pasaremos una vida angelical y espiritual, allá todo será a la inglesa, es decir, una vida monótona…Con toda seriedad, no volveré con usted. Usted es anglicano y yo soy atea: al impedimento religioso se añade el hecho de que estoy enamorada. Su invariable amiga”.

Y es aquí donde yo exploto. ¡Qué mujer tan emocional y a la vez tan cerebral ¡

En un breve resumen, Manuela fue testigo del encuentro de Bolívar con San Martín en Guayaquil (1822), partícipe de la Batalla de Pichincha, peleo junto a José de Sucre en Ayacucho (9 de diciembre de 1824), en la Gran Colombia, era parte activa de partido y llevaba los archivos del Libertador y le cuidaba las espaldas, tanto que el 25 de setiembre de 1828, salvó a Bolívar de un atentado, enfrentándose a los conspiradores dirigida por Francisco de Paula Santander.

Luego de la muerte de Simón Bolívar (17 de diciembre de 1830), la situación de Manuela se complica. Se persiguieron a los seguidores de Bolívar y ella fue encerrada en la cárcel de mujeres. El año 1835 regresa a Ecuador, pero el presidente Vicente Rocafuerte le anuló el pasaporte por temor a su carácter revolucionario. Finalmente acaba sus últimos días en una casa en el Puerto de Paita, Perú, ganándose la vida preparando y vendiendo mermeladas y dulces a los visitantes, que, por cierto, muy respetados muchos de ellos: el expreceptor de Bolívar, Simón Rodríguez, el novelista Herman Melville, Ricardo Palma y Guiseppe Garibaldi.


Manuela muerte el año 1859 a los 59 años de edad en un ambiente de clima cálido, siempre dispuesta a conversar, pero negándose a hablar del pasado.


Nos queda claro entonces que nuestras historias, todas, finalmente se van como se va nuestro cuerpo y ante eso no hay agenda que manejar. Felizmente, mientras existamos, ELEGIR ESTAR VIVOS, tomemos la vida como quien doma un potro, y disfrutemos del amor, en sus formas y sabores, en sus altos y bajos, en sus días claros y en la complicidad de sus noches, en su paz y revoluciones, revoluciones que liberan pueblos, almas, cuerpos...REVOLUCIONES POSITIVAS.

Con afecto
José Antonio Chumacero Calle.

____________________________________________________________________________
[1] VAYSSIERE, Pierre (2008) “Simón Bolivar, el Sueño Americano”. Buenos Aires: Editorial El Ateneo.

[2]“HILDEBRANT en sus trece”. Edición de fecha: viernes 26 de mayo del 2017. Año 8 N° 349
Todas las citas entre comillas se reconocen como propias de las fuentes antes citadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario